Hermosa juventud: ¿querer o poder?

©Proyecto Qué quieres hacer con tu vida

©Proyecto Qué quieres hacer con tu vida

Por Sara Sánchez Díaz, participante en la 1º edición del proyecto Qué Quieres Hacer con tu Vida (y muchas otras cosas)

Me llamo Sara, tengo 33 años y, desde que dejé de ser niña, siempre fui ‘joven’; primero adolescente, después chica y, desde algún tiempo, mujer. Con esta introducción, quedaría bien continuar con aquello de que ‘la juventud es un estado mental’, pero no será así. Dios me libre de negarlo, pero lo cierto es que si hubiera nacido una década más tarde habría sido claramente una ‘viejoven’.

 

De lo que quiero hablar en realidad es de la juventud como limbo espacio temporal en el que las personas se encuentran, se conectan y permanecen, durante un lapso indeterminado, en función del devenir social, político y económico de la época, entre otros factores. ¿Los jóvenes nacen o se hacen? Evidentemente, esta no es la cuestión.

 

Como decía al inicio, durante muchos años, me he considerado uno de ellos, sin importar los años que me separan de la juventud establecida, por arriba, y de la del estado mental, por abajo. La cuestión es que, hace unos meses, mientras escuchaba un podcast de Radio Primavera Sound, sentí el peso plomizo del tiempo y se me cayó el cartel de (eterna) joven. A finales de febrero, miles de jóvenes saltaron a las calles de Barcelona y otras ciudades de Cataluña para protestar por la libertad de expresión, la represión, el encarcelamiento de un rapero, etc. Durante las semanas de manifestaciones, hubo altercados vandálicos, sí, pero la mayoría no lo fueron. Seguí el relato de los hechos con distancia y sin demasiada implicación (y no voy a mojarme tampoco ahora). El caso, es que, escuchando las voces y relatos de algunos jóvenes (18-25 años) in situ comprendí que aquello no iba de liberar al rapero, sino que la cosa iba mucho más allá. La mayoría, eran palabras de hartazgo y desesperanza que salían de dentro, con desgarro y mucha verdad, y aquello sonaba más a secuela del 15M que a base de trap.

 

Así fue como, una tarde entre semana mientras cocinaba la comida de los próximos días y escuchaba de fondo un programa habitual, comprendí que ya no soy esa “joven” de la que hablan los medios y al que se refieren las estadísticas. Hace unos años, ya tuve una sensación parecida, pero en aquella ocasión fue solo un aviso, un ajuste de expectativas y convencionalismos, y seguí adelante con mi juventud sin fisuras. Esta vez sería la definitiva.

 

Este otro episodio ocurrió en 2014, coincidiendo con mi implicación el proyecto ¿Qué quieres hacer con tu vida? impulsado por Global Shapers, Quiero. y Two Much, en colaboración otras organizaciones. Podría decir que tuve la suerte de estar en el lugar adecuado y en el momento preciso, pero también cabe de decir que lo deseé mucho y lo peleé más.  Fuera como fuese, el 01 de junio de 2014 me subí, por fin, a una caravana junto con otros compañeros (jóvenes todos, obviamente) para recorrer carreteras, ciudades y pueblos a lo largo y ancho de la península y conocer a personas de ‘nuestra generación’ con el objetivo de grabar un documental y realizar un estudio de investigación y las premisas de escuchar, entender y aprender del entorno y de nosotros mismos. En realidad, esta última tarea no estaba en la lista, pero fue inevitable, necesaria y maravillosa.

 

Durante aquel periodo la tasa de desempleo juvenil rondaba el 51,80%, la de abandono escolar el 21,9% y la etiqueta ‘ni ni’ resonaba con fuerza en muchos entornos. Las cifras actuales son bastante parecidas, pero las etiquetas van evolucionando y en estos momentos, se empiezan a leer términos como ‘job hopper’. ¡Ojo con el lenguaje! En general, los mortales de a pie, no somos conscientes del poder de las palabras y, a menudo, nos vemos encasillados en etiquetas que nos vienen dadas. La palabra “ni ni” tienen una connotación negativa y evidente, mientras que la palabra muppiesuena fresca, atrevida y sugerente. Pero nada más lejos de la realidad, ambas son las dos caras de la misma moneda: simplificar en un concepto una realidad compleja y llena de matices.

 

Pues bien, partiendo de la premisa de la psicología de que el lenguaje modula el pensamiento, el proyecto “¿Qué quieres hacer con tu vida?” nació para ir un paso más allá de las etiquetas y poner voz y cara a los fríos números de las estadísticas. Para conseguirlo, llevamos a cabo una investigación cualitativa y cuantitativa en la que participaron miles de jóvenes, y un documental audiovisual en el que presentamos las historias de cientos de chicos y chicas de distintas partes de España. Con frecuencia ocurre que, desde el mundo de la empresa o incluso el tercer sector, se impulsan proyectos para jóvenes, en los que estos son meros actores pasivos. En el caso de “¿Qué quieres hacer con tu vida?” esto no ocurriría.

 

Para poder acceder a todas esas historias y descubrir de primera mano el ‘sentir de la juventud’, se planteó un formato innovador, creativo y muy acertado para hacerlo: un grupo de 7 jóvenes, profesionales de diferentes ámbitos, nos subimos a una autocaravana para recorrer España durante 30 días, parando cada día en diferentes ciudades y pueblos, para conocer a personas, llevar a cabo actividades, compartir experiencias y entablar un diálogo real entre iguales. Las conclusiones del informe y el documental se pueden ver aquí.

 

Formar parte de este proyecto fue una experiencia maravillosa, de aprendizaje y crecimiento personal y profesional, y de toma de conciencia individual y colectiva. Todos los que participamos en este ‘viaje’ nos despojamos de prejuicios e ideas preconcebidas y nos lanzamos de lleno a la aventura de escuchar y contar, de abrir la mente y explorar la diversidad y coincidencias que entraña una generación entera.

 

Hablando mal y pronto, diría que el proyecto fue una zambullida a corazón abierto desde el “yo” para explorar el “nosotros”. Somos, fuimos, seremos para siempre milennials, la generación perdida, los hijos de los Baby Boomerspero… ¿de verdad puede haber palabras tan categóricas como para simplificar la esencia de millones de personas con realidades distintas? Definitivamente, no.

 

Por eso, quienes participamos de algún modo en esta experiencia, coincidimos en que dar voz a las personas fue y será una maravillosa forma de acercarse a una realidad, construirla, entenderla y crecer conjuntamente a través del diálogo. Para terminar, solo os diré que la pregunta “¿Qué quieres hacer con tu vida?” tiene el mismo efecto que esa especie de patatas en lata: ¡cuando haces pop, ya no hay stop!